top of page
Blog: Blog2
  • Foto del escritorChillonas Mx

No debemos a nadie nuestra historia

Ilustración de Skullflower


a.


Testimonios de violencia con nombres y apellidos salieron a la luz el pasado fin de semana y muchas cloacas se han destapado desde entonces. Algunas mujeres han denunciado a sus agresores de forma anónima, otras han compartido su testimonio desde sus cuentas personales. Las historias son muchísimas. Ante este panorama no han faltado las personas que exigen pruebas o que insisten con fiereza a las afectadas a denunciar.


b.


Ya lo dijeron y lo escribieron varias mujeres cuyo trabajo sigo y admiro: no le debemos a nadie nuestra historia.

Estoy segura de que todas hemos pasado por alguna relación violenta que mermó nuestra seguridad y nos hizo dudar hasta de nosotras mismas. O quizá alguna vez una amiga nos platicó lo que le sucedía y, entre las palabras de consuelo, le dijimos que X o Y cosa eran normales porque así son los hombres. Estoy segura de que muchas de nosotras no tuvimos las herramientas que hoy conocemos para dar contención y apoyo a las otras o para sanarnos sino hasta que nos acercamos al feminismo. Y gracias a eso hoy tenemos de dónde agarrarnos y no callamos más.


c.


Los textos, los testimonios, las palabras de otras me condujeron a escribir por fin algunas de mis heridas a pesar del miedo y gracias a él. Aquello que pensaba complicadísimo de relatar fluyó con naturalidad porque eran pasajes de mi historia que había visitado antes infinidad de veces intentando entender por qué.

Ante todo, me llena de dolor y confusión esto: ¿por qué sentimos miedo nosotras y no ellos?, ¿por qué nos avergonzamos nosotras y no ellos?, ¿por qué algunas sentimos culpa de la mierda de los hombres que quisimos y traicionaron esa confianza? Andamos como lobas heridas lamiéndonos las heridas unas a otras, acuerpándonos, abrazadas, muy juntas, exponiéndonos (vulnerándonos) para exponerlos a ellos, para alertar a otras mujeres. Para que a ninguna le vuelva a pasar.


d.


No todas estaban listas para dar su testimonio y aun así lo hicieron. Otras se atrevieron a nombrar a los violentadores que ya habían señalado antes protegiendo su identidad. Algunas apenas empezamos a articular nuestras experiencias aunque no somos capaces de decir de quiénes hablamos. Muchas otras, seguramente, aún callan.

Trabajamos con nuestro miedo, nuestra rabia y nuestro dolor como podemos. Nadie nos enseñó a hacerlo, lo hemos aprendido la más de las veces en soledad y sintiendo que nada mejoraba o que estábamos dañadas y rotas para siempre. Pero ya no. Como escribí en mi propia confesión: Ojalá que cada vez sean menos las mujeres que pasen años pensando los porqués y más los hombres expuestos y exhibidos en sus violencias, que el miedo sea de ellos y no nuestro. Ojalá que esta red no pare y crezca.


e.


A nadie le debemos nuestra historia, pero adueñarnos de ella y contarla para decir “ya basta” es un acto de valentía que puede servirnos para sanar o simplemente para tumbarlo todo y construir cosas nuevas, más bellas y amables, sobre los cimientos.


Detonantes de este texto:



19 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page