top of page
Blog: Blog2
  • Foto del escritorChillonas Mx

Distancias de rescate y otras (im)posibilidades

Ilustración de Skullflower


No hay mes en que la idealización de la maternidad esté más sobada que en mayo. La calle y los medios publicitarios se llenan de flores para recordarnos que se acerca la fecha para celebrar a “la mujer que lo ha sacrificado todo” por nosotrxs. Más allá de la celebración(?), tenemos la responsabilidad de preguntarnos sobre qué estereotipos se sustenta el imperativo de la maternidad; es decir la presión social para serlo, pero también la formas correctas de hacerlo.


En la literatura, el tópico de la maternidad se ha abordado desde diversas perspectivas que lindan, incluso, con el horror. Si alguna vez las leí por una especie de morbo, ahora es por el trasfondo político y el acercamiento al tema desde el feminismo en un contexto en el cual ser madre sigue siendo una moneda de doble cara en este sistema.


I. La maternidad será deseada o no será

Uno de mis cuentos favoritos a propósito de la maternidad es “Conservas” de Samanta Schweblin, perteneciente a Pájaros en la boca (Almadía, 2010). En él, una mujer embarazada se inquieta porque, aunque está en sus planes ser madre, tiene la certeza de que no es el momento todavía pues hay planes que no ha realizado y sabe que todo cambiará: “Sé que Manuel me adora y sé que –como yo– no tiene nada en contra de nuestra Teresita, qué va a tener. Pero es que había tanto que hacer antes de su llegada”. La mujer está decidida a buscar alternativas para su dilema: “Me cuesta hacerme a la idea de recibir a Teresita tan temprano, pero tampoco quiero lastimarla”, dice. Y así, encuentra por fin una solución que le permitirá tener todo lo que desea. Me parece excelente por la forma en que plantea el derecho y la posibilidad de la mujer de decidir sobre su cuerpo, ajena a estigmas y (pre)juicios externos, apoyada además por una red de cuidados que sigue al pie de la letra las instrucciones que les indican.


II. ¿Quién cuida a quien cuida?

En 1892 se publicó en una revista “El tapiz amarillo” de Charlotte Perkins Gilman, escritora y luchadora feminista, donde una mujer que atraviesa depresión post-parto se obsesiona con el papel tapiz de la habitación donde duerme. En este cuento del siglo XIX, la autora plasmó algunas de las cosas que ella misma experimentó tras dar a luz a su hija, cuando se le diagnosticó a fin de que dejara su profesión de escritora y se confinara al hogar. Así, el personaje menciona cómo su marido menosprecia sus trastornos “Si un médico prestigioso, que además es tu marido, le asegura a amigos y parientes que lo que le pasa a su mujer no es en realidad nada grave, sólo una ínfima depresión nerviosa transitoria (tal vez una ligera propensión a la histeria), ¿qué se puede hacer?”, la aísla en una casa de verano “para que repose”, le impide escribir pese a que nada desea ella más que tener en qué ocuparse. Además, la narradora se declara incapaz de estar cerca de su hijo. Es un texto para hablar de la depresión post-parto y la urgencia de escuchar a quienes la padecen. ¿Cuántas mujeres en la historia habrán vivido auténticos infiernos durante ese periodo y fueron ignoradas o tachadas de histéricas?

Otro texto que aborda la tristeza y la soledad que conlleva la compleja experiencia maternal es “Mientras las niñas duermen” de Daniela Rea, que forma parte de Tsunami (Sexto Piso, 2018). Escrito en forma de diario, este bellísimo ensayo es una reflexión ardua y minuciosa acerca del hacerse y el ser madre a partir del nacimiento de su primera hija: “No nací madre. Tampoco me hice madre cuando naciste. Me he ido haciendo poco a poco […]”. En el devenir madre, la vida misma; con sus momentos alegres, las enfermedades, las noches sin dormir, el amor, el cansancio, la preocupación ya permanente (“he estado ausente del embarazo porque afuera está el mundo”). ¿Cómo resumir un texto que se desborda incluso en los márgenes de sus páginas? Con las palabras de su autora, quizá: “Cuidar cansa. Cuidar arrasa. Cuidar asola”, “¿Cuál es el sentido de hacer familia? […] Hacernos juntos”.

Como Daniela es reportera, además de, o mejor dicho junto con su experiencia como madre cuenta, por ejemplo, de algunas entrevistas que realizó sobre violencia contra las mujeres o sobre lo que le dijo una madre que perdió a su hijo. Intercala también fragmentos de Contra los hijos de Lina Meruane, Las manos de mamá de Nellie Campobello, Calibán y la bruja de Silvia Federici y Casas vacías de Brenda Navarro.


III. Desapariciones e imposibilidades

En Casas vacías de Brenda Navarro (Kaja Negra, 2017) los imperativos de la maternidad se tuercen en preguntas que no acaban de contestarse. ¿Qué hace a una madre? ¿Se puede asumir la maternidad de un hijo que no es tuyo? ¿Cómo lidia una madre con la desaparición de un hijo? ¿Qué pasa si, aunque sea por un segundo, una madre se distrae? (¿Tienen derecho, siquiera a hacerlo, a pensar en otra cosa que no sean sus hijos, a tener sus propios deseos y dolores?) Un desaparecido “es un fantasma que te persigue como si fuera parte de una esquizofrenia”, es no tener un cuerpo al cual llorarle, es saber que puede estar en algún lugar del mundo vivo… o no. Un desaparecido es incertidumbre. En contraste, pareciera, la maternidad implica certezas: que harías hasta lo impensable (¿lo imposible?) por un hijo, que estás atada a él, que si algo le pasa no podrás continuar. No existe palabra para nombrar a la madre que pierde un hijo.


IV. ¿Y la impotencia?

La distancia variable que separa a una madre de su hija en la cual aún podría actuar si algo sucediera es a lo que Samanta Schweblin denomina “distancia de rescate” en su novela del mismo nombre. En Distancia de rescate (Almadía, 2014), Amanda trata de recordar el momento exacto en que se aflojó el vínculo con el cual protegía a su hija. Los peligros se presentan ineludibles: no importa qué tan corta sea la distancia, no se puede controlar todo. Como en Casas Vacías, el lector se queda con más preguntas que respuestas, porque, en un sistema que ha buscado relegar a las mujeres al espacio doméstico y les ha exigido trabajo reproductivo, endulzado por los mitos del amor y la entrega incondicionales, ¿cómo podría alguien explicarles que nada de eso bastará para garantizar la seguridad y la vida de sus hijxs? Maternidad también es, entonces, lidiar con la impotencia de un sistema que enferma, desaparece, mata a sus hijxs.


103 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page