Por: Jimena Maralda
Ilustración de Skullflower
[Dios tuvo madre, me dicen;
pero su madre no es dios.]
Aunque llena de gracia,
el Señor no fue por ti, sino contigo.
Bendita entre todas las mujeres
por no tener mancha:
¿y el resto de nosotras anda
sin estrella,
sin bendición, sin suerte?
De tu vientre se bendijo el fruto:
el intruso y no tu útero allanado.
No ruegues por los pecadores, María,
ruega por ellas:
pues en muchos lugares,
también es de sus muertes la hora.
A mí reflejada en el espejo:
Siempre amado sea tu nombre.
Transforma tu espacio en tu reino.
Haz tu voluntad con honestidad y con ética.
Procúrate el pan de cada día.
Perdónate tanta exigencia
y no permitas que nadie te ofenda.
No te dejes caer en la incongruencia
y líbrate de toda opresión.
Ámate.
Gloria:
al Padre,
al Hijo,
al espíritu santo.
[dicen que una Ella es responsable
cada vez que alguien falla,
pero cuando dicen “gloria”
¿por qué no hay mujer mencionada?]
¿Cómo era en un principio?
Éramos agua y fuego,
omnipresentes como el aire
alimentábamos con trabajo la tierra del suelo.
¡Que no se multiplique este presente
por los siglos de los siglos!
La tierra está seca,
las mujeres se lloran,
el fuego revienta con odio,
el aire se llenó de pólvora.
Gloria:
al padre
[que no podía serlo sin una Madre],
al hijo
[que para nacer necesitó una Madre],
al espíritu santo
[encarnado, finalmente, en el vientre de una Madre].
Como era en un principio,
no sea más ahora:
siempre vivas nos queremos,
por los siglos de los siglos.
Amén.