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¿Escriben las mujeres literatura universal?

Actualizado: 12 mar 2019

Búsqueda: “libros de la literatura universal” / opciones del buscador para completar / “…que hay que leer”. ENTER.


Primera entrada. Una lista. Solo una mujer.


Abro una lista de 100 títulos. Cincuenta expertos consultados para su realización de los cuales sólo doce son mujeres. No hay ni quince mujeres, dos de ellas se repiten.


Tercera lista consultada. 120 títulos. Sólo siete mujeres. Me sorprende sinceramente que aparezca Paulo Coelho, pero ninguna ganadora de Nobel.


Para la literatura universal, por consenso, al parecer las únicas autoras son Jane Austen, Mary Shelley, Virginia Woolf y Emily Brontë.


Tal vez unas cuantas listas en internet no significan nada (aunque sean las que llegan a más gente, gente que no estudió Letras como yo). Consulto la bibliografía sugerida en el plan de estudios de la Escuela Nacional Preparatoria en Literatura Universal.


Aparecen algunos nombres más (¿los leerán?, me pregunto, el programa con el cual yo cursé no tenía a ninguna de ellas): Simone de Beauvoir, Svetlana Aleksiévich, Carson McCullers, Sylvia Plath, Marina Tsvetáyeva o Wisława Szymborska.

Pienso en lo diferente que hubiera sido mi vida si las hubiera conocido / leído en la prepa.

Pero entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de literatura universal?


 

Se habla de la historia universal, de principios universales o de literatura universal como si eso dijera algo.


Me enseñaron que la literatura universal es aquella que aborda temas fundamentales para toda la humanidad. Luego, en el día a día, me di cuenta de que lo que mucha gente entiende por universal es, en realidad, la literatura canónica. Y qué es el canon literario, si no “un modelo para calificar una obra y si ésta se considera relevante por la crítica especializada [y] se [merece] ser estudiada y comentada” (Ana María Peppino Barale). Por ello, me parece imprescindible recordar que el canon es androcéntrico y occidental.


¿Qué temas son realmente universales?, ¿qué deja al margen la llamada universalidad?

Muchas de las obras que se nos ha dicho que DEBEMOS leer hablan de temas que si bien nos competen y los entendemos, en nuestro posicionamiento frente al mundo como mujeres no siempre nos hacen justicia. Quiero decir, literatura incuestionablemente considerada universal donde las mujeres sufren las consecuencias de las guerras hechas por los hombres, susceptibles de ser abusadas, violentadas, violadas; literatura dicotómica donde sólo se puede ser “ángel del hogar” o una mujer “perdida”; literatura que a menudo nos simplifica o inscribe en nosotras los estigmas ideológicos de la sociedad.


En el conflicto de intereses que atraviesa al canon, no sólo las mujeres salen perdiendo. Toda minoría queda fuera de la experiencia de lo universal y, por ello, resulta sencillo aceptar como válida esa unilateralidad en la literatura: historias de hombres, blancos, heterosexuales y el mundo que los rodea. Como si las naciones colonizadas, las sociedades racializadas, las identidades sexogenéricas disidentes, etc. vieran el mundo a través del mismo cristal. Como si, incluso, “vida” o “muerte” tuvieran el mismo peso semántico en su aprehender el mundo.


Se insiste en establecer un canon, siempre elaborado por grupos hegemónicos, porque funciona para establecer jerarquías, tan necesarias en el sistema que nos rige. Así, todos aquellos que hayan leído “aquello que se debe leer” pueden vanagloriarse y citar obras que serán por todos reconocidas. Por otro lado, una persona que no lo haga, aunque lea muchísimos de aquellos textos no-universales/no-canónicos, parecerá siempre sufrir una carencia.


Tal vez cabría pensar que la diversidad es demasiada, que no todo cabe en listas. O que, en todo caso, la literatura no puede seguirse pensando en términos tan vagos como “lo universal” so riesgo de limitar nuestros referentes a una sola visión del mundo. En sentido estricto, no puede haber universalidad en un mundo donde existen tantas diferencias y donde, a veces, éstas se pagan incluso con la vida.


Tal vez no se trata de forzar el canon para que se abra y dé lugar a otras obras. Quizá, un ejercicio más interesante sería volver a los clásicos de la literatura universal para, desde una perspectiva más crítica, replantear el papel que juegan las minorías en ellos, las circunstancias de éstas en la época en que se publicaron los textos y qué cosas podrían o deberían subvertirse si siguen siendo vigentes y considerándose universales.

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