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El silencio no nos protege

Actualizado: 13 mar 2019

Ilustraciones de Sara Chabela


(Aclaración: esta columna de cada martes sí y martes no es política y radical y está siempre dirigida a mujeres, a todas mis hermanas)


"Escribid, mujeres, escribid, que durante siglos nos fue negado" Virginia Woolf

Si regresan un poco a su infancia, o incluso a ayer u hoy ¿sienten que en su hogar el habla les es negada? ¿han escuchado las reprimendas de "cállate" o "de todo te quejas" o "qué negativa eres, por eso atraes tanto mal a tu vida" con frecuencia? ¿Te han llamado fea, incogible, inmamable o insoportable por manifestar inconformidad? No es casual. El mundo de las mujeres pareciera ser el mundo del silencio: calladita te ves más bonita, calladita evitarás problemas, calladita y sonriente serás deseable y por fin, amada. Esta es la trampa del mundo patriarcal: primero condicionan nuestra existencia de mujeres a ser bellas y atractivas para los varones, a que esto sea lo más importante en nuestras vidas y después nos dicen que el silencio nos vuelve hermosas, que sólo hay que hablar si es para complacer a los otros y que hablar de aquello que nos molesta nos vuelve feas. Es perfecto, crecemos pensando la sumisión como atractiva y deseable en nosotras.


Crecí rodeada de varones y me costó muchos años comprender la desigualdad sucediendo ante mis ojos: "¿de verdad había algo que nos hacía diferentes?" creo que era mi pregunta más común. Con el tiempo aprendí a quedarme callada al respecto de eso y otras dudas, era una pregunta que molestaba mucho a mi padre y a mi madre y a mis maestras de la primaria, al fin y al cabo yo sólo quería tenerlos contentos. Una aprende a callar para sobrevivir a la violencia, a los gritos, al miedo, a la incertidumbre; callar para seguir viva, para vivir bien. Callar para-que-no-te-odien.

Eso es lo más importante ¿no? que te amen, o al menos que no te odien. Después llega la adolescencia y con ello la obsesión por ser bella, porque tal vez siendo bella sí, ahora sí pueda ser amada como yo quiero, como creo que merezco. Bueno, la verdad es que ser bella no se me dio nunca y sin embargo fue mi mayor obsesión ¿feminismo? no gracias, eso es para feas, para resentidas, para gritonas quejumbrosas.


"La sociedad y la cultura hacen de las mujeres seres que aman a los otros. Lo perverso es que en esa imposición está la negativa del amor propio. Es la mayor perversión de la cultura patriarcal." Simone de Beauvoir.

Conocí el feminismo y las piezas encajaron ¿por qué no debía quejarme? ¿por qué hacían diferencias entre mí y mis pares varones? ¿por qué carajos tenía que ser guapa y quedarme callada siempre? ¿por qué les parecía atractiva y deseable mi languidez? ¿por qué no podía expresar mis opiniones cuando eran contrarias a lo establecido como deseable, justo y bueno?

Marcar límites es amor propio, expresar de manera firme cuando algo nos molesta es amor propio, gritar ante las injusticias propias y ajenas es amor propio y este amor propio, este derecho a existir en nuestra complejidad nos ha sido arrebatado a las mujeres. Me niego a continuar con la cadena de heridas de mujer en mi familia y mi entorno: me enfurezco y soy un torrente, una furia, soy fea, soy gorda, soy mi furia femenina. Mi ira existe, mi voz existe y voy a hacer uso de ella para gritar siempre: no me interesa ser bonita, me interesa ser libre porque al carajo, hagamos lo que hagamos nos están matando y mi silencio no será cómplice. Nunca más.

Como sabiamente nos dijo la gran ensayista, poeta, lesbiana, negra y feminista radical Audre Lorde: "Tu silencio no te protegerá". Así que gritemos, gritemos bien fuerte.



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