Por: Itzel Tzintzuni
Ilustraciones de Sara Chabela
(Aclaración: esta columna de cada martes sà y martes no es polÃtica y radical y está siempre dirigida a mujeres, a todas mis hermanas)
"Escribid, mujeres, escribid, que durante siglos nos fue negado"
Virginia Woolf
Si regresan un poco a su infancia, o incluso a ayer u hoy ¿sienten que en su hogar el habla les es negada? ¿han escuchado las reprimendas de "cállate" o "de todo te quejas" o "qué negativa eres, por eso atraes tanto mal a tu vida" con frecuencia? ¿Te han llamado fea, incogible, inmamable o insoportable por manifestar inconformidad? No es casual. El mundo de las mujeres pareciera ser el mundo del silencio: calladita te ves más bonita, calladita evitarás problemas, calladita y sonriente serás deseable y por fin, amada. Esta es la trampa del mundo patriarcal: primero condicionan nuestra existencia de mujeres a ser bellas y atractivas para los varones, a que esto sea lo más importante en nuestras vidas y después nos dicen que el silencio nos vuelve hermosas, que sólo hay que hablar si es para complacer a los otros y que hablar de aquello que nos molesta nos vuelve feas. Es perfecto, crecemos pensando la sumisión como atractiva y deseable en nosotras.
Crecà rodeada de varones y me costó muchos años comprender la desigualdad sucediendo ante mis ojos: "¿de verdad habÃa algo que nos hacÃa diferentes?" creo que era mi pregunta más común. Con el tiempo aprendà a quedarme callada al respecto de eso y otras dudas, era una pregunta que molestaba mucho a mi padre y a mi madre y a mis maestras de la primaria, al fin y al cabo yo sólo querÃa tenerlos contentos. Una aprende a callar para sobrevivir a la violencia, a los gritos, al miedo, a la incertidumbre; callar para seguir viva, para vivir bien. Callar para-que-no-te-odien.
Eso es lo más importante ¿no? que te amen, o al menos que no te odien. Después llega la adolescencia y con ello la obsesión por ser bella, porque tal vez siendo bella sÃ, ahora sà pueda ser amada como yo quiero, como creo que merezco. Bueno, la verdad es que ser bella no se me dio nunca y sin embargo fue mi mayor obsesión ¿feminismo? no gracias, eso es para feas, para resentidas, para gritonas quejumbrosas.
"La sociedad y la cultura hacen de las mujeres seres que aman a los otros. Lo perverso es que en esa imposición está la negativa del amor propio. Es la mayor perversión de la cultura patriarcal." Simone de Beauvoir.
Conocà el feminismo y las piezas encajaron ¿por qué no debÃa quejarme? ¿por qué hacÃan diferencias entre mà y mis pares varones? ¿por qué carajos tenÃa que ser guapa y quedarme callada siempre? ¿por qué les parecÃa atractiva y deseable mi languidez? ¿por qué no podÃa expresar mis opiniones cuando eran contrarias a lo establecido como deseable, justo y bueno?
Marcar lÃmites es amor propio, expresar de manera firme cuando algo nos molesta es amor propio, gritar ante las injusticias propias y ajenas es amor propio y este amor propio, este derecho a existir en nuestra complejidad nos ha sido arrebatado a las mujeres. Me niego a continuar con la cadena de heridas de mujer en mi familia y mi entorno: me enfurezco y soy un torrente, una furia, soy fea, soy gorda, soy mi furia femenina. Mi ira existe, mi voz existe y voy a hacer uso de ella para gritar siempre: no me interesa ser bonita, me interesa ser libre porque al carajo, hagamos lo que hagamos nos están matando y mi silencio no será cómplice. Nunca más.
Como sabiamente nos dijo la gran ensayista, poeta, lesbiana, negra y feminista radical Audre Lorde: "Tu silencio no te protegerá". Asà que gritemos, gritemos bien fuerte.